"A Guayaquil no la ha construido el Estado, a Guayaquil la construyeron, la construyen y la construirán sus ciudadanos, nacido aquí o no nacidos aquí. Se puede nacer aquí como pasaje transitorio y no querer a Guayaquil y se puede no haber nacido aquí y querer a Guayaquil con tanto fervor como aquellos que nacimos aquí y sí queremos a Guayaquil. El Guayaquileño es lo que es por genética, por circunstancia, amable, franco, leal, valiente, trabajar, abierto, no sectario, sin miedo al cambio. Cuando ve el mar se tiene horizontes amplios, por eso los grandes cambios nacieron de la ciudad puerto y eso es lo que hay que celebrar en Werner Moeller, ser un auténtico hijo de esta ciudad que no sabe hacer cosas, hacer empresas, representar al estado, hacer voluntariado como lo hace a través de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, sino, fundamentalmente, ser representante con dignidad, eficacia, solidaridad, lo que es Guayaquil.
"Este reconocimiento me llena de orgullo, me llega a lo más profundo de mi corazón, lo recibo como ser humano austero, apolítico, cuyo único mérito es haber trabajado honrada e incansablemente toda mi vida, con entusiasmo y enorme fe en mi ciudad, en mi país, al que serví siempre y que ahora, desde ya hace varios años, he podido contribuir con dedicación y entusiasmo al servicio de la H. Junta de Beneficencia de Guayaquil, noble institución privada que integrada por miembros voluntarios contribuye eficazmente con las personas que habitan en la ciudad, sin distingo de su origen, de su nacimiento, de su nacionalidad tal como lo predican y practican esta municipalidad y usted apreciado Sr. Alcalde.