Son Alberto Avilés Gil de 78 y Leonor Galán Infante de 76, quienes desde hace nueve meses decidieron continuar con su historia de amor en el Hogar del Corazón de Jesús de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
Próximos a cumplir sus bodas de oro, nos cuentan entre miradas cómplices el secreto para una relación feliz y duradera, el respeto, la comunicación y el amor. “El es muy romántico y detallista. Desde que me pretendía me hacia poesías de lo que veía. Jamás se enoja, es muy risueño y siempre compartimos todo, no hay secretos entre nosotros. Nos enamoramos y primero tuvimos la aprobación del sacerdote de la iglesia donde yo era catequista, después lo supo mi papá” comenta Leonor, en medio de una sonrisa pícara al evocar esos recuerdos tan suyos.
Mientras Alberto contempla con dulzura aquel rostro de tez blanca y verdes ojos, a los que les canta uno de sus boleros favoritos. “Ella es mi todo y desde que la vi me enamoré de su mirada, de su manera de ser, pero también me encantó su manera de bailar” eso refiriéndose al tuis, uno de los ritmos que solían bailar cuando se escapaban a las kermeses de antaño.
Esta bella pareja que han procreado 3 hijas y tienen 10 nietos, quienes los visitan frecuentemente, recuerdan que desde cuando eran jóvenes habían planificado vivir en el Hogar del Corazón de Jesús, en su vejez, promesa que la cumplieron después de 50 años de un feliz matrimonio que continúa en el hogar, siendo un ejemplo de admiración para todos quienes los conocen por esa permanente preocupación y muestras de atención y cariño que se aprecia en los pasillos y jardines del hogar, mientras los recorren cogidos de la mano.
Ellos son muy activos y aseguran estar en el lugar ideal donde vivir, disfrutan de su habitación y de la atención que reciben, en el han encontrado a muchos amigos y compañeros con quienes comparten sus vivencias, recuerdos de antaño y también cada una de las actividades que realizan en el Hogar del Corazón de Jesús.
Ambos participaron en la última obra realizada por los adultos mayores “El juez de los divorcios”, donde descubrieron y disfrutaron de su faceta actoral, comparten los paseos, las salidas al cine, de visitar a la familia y de vivir a plenitud cada momento, siempre haciendo gala de su eterno e infinito amor y haciendo que San Valentín y Cupido viven todos los días de sus vidas.
