"Había perdido a mi familia, todo por ser aceptada por un hombre que me indujo al consumo de drogas", expresó Carmen (nombre protegido). "En mi casa tenía todo, pero el bullyng, los sobrenombres y por pertenecer al grupo, me sumí en las drogas", destaca Julián (nombre protegido). Carmen y Julián son dos jóvenes que han vivido la peor pesadilla de sus vidas por el consumo de drogas.
Carmen, para ingresar al círculo de su "novio" tuvo que consumir marihuana, heroína, cocaína y pastillas, "fueron siete años de consumo y de una pesadilla que terminó cuando sufrí la pérdida de mi abuelita. Allí decidí cambiar, dejar de robarle a mi familia para comprar droga. Llevo tres meses en la Unidad de Conductas Adictivas del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. He superado el síndrome de abstinencia, escalofríos, fiebre, dolor, pero ha sido la mejor decisión", destaca.
Julián no era aceptado por su forma de ser: tranquila, respetuosa. Eso dio paso a sobrenombres y al bulling. "La falta de aceptación de mis amigos me condujo al alcohol y al consumo de drogas. Hoy tengo una lucha conmigo mismo, el mundo puede seguir igual pero el que debe cambiar soy yo. La sobreprotección familiar no es buena, como tampoco la desconfianza. En la Unidad de Cuidados Adictivos he aprendido a tener un plan de vida. He tenido una reinserción laboral, he descubierto mis aptitudes, antes lo hacía drogado ahora laboro consciente. Es una nueva y mejor experiencia", explica.
Carmen y Julián resumen la situación de los 50 varones y 20 mujeres que se encuentran en proceso de rehabilitación en la Unidad de Conductas Adictivas, UCA, del Instituto de Neurociencias. La de varones fue creada hace cuatro años y la de mujeres cerca de dos años. Aquí trabaja un grupo multidisciplinario de psiquiatras, psicólogos, terapeutas familiares, trabajadoras sociales, operadores vivenciales, consejera terapéutica, enfermeras y auxiliares de enfermería, más personal administrativo, nos explica la Lcda. Judith Vintimilla, Jefa de estas unidades.
Este grupo multidisciplinario desarrolla todo un proceso que se inicia con el ingreso, sigue con el progreso, continúa con el egreso y se mantiene en el post egreso. Cada paso conlleva otros subprocesos que complementan el tratamiento del paciente durante seis meses. Lo culminan con un plan de vida elaborados por ellos mismos. El programa implica una asesoría a la familia durante y después del tratamiento.
Se han abierto convenios con el Ministerio de Salud, el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas y está por concretarlo con la Policía Nacional para dar atención a sus integrantes, en caso de ser necesario.
Para evitar que más jóvenes caigan en el consumo de drogas, el Instituto de Neurociencias y la Unidad de Conductas Adictivas, UCA, vienen desarrollando charlas vivenciales con estudiantes de alrededor de 15 establecimientos educativos, en la intervienen los testimonios de los pacientes jóvenes. Son más de 500 alumnos los que la han recibido y, en la Casa Abierta, estuvieron alrededor de 600 de los niveles segundos y terceros de bachillerato.
Tanto Carmen como Julián, tienen un sentimiento en común, el haber recuperado a sus familias. Carmen ha vuelto a ser tratada como hija por su padre y Julián ha recuperado el amor de su madre. Sus rostros hoy denotan alegría y confianza.