El divorcio es una realidad constante que se vive en estos tiempos. Según estadísticas del Instituto ecuatoriano de estadísticas y censos (INEC); en nuestro País, entre el 2006 y 2016, los divorcios se incrementaron en un 83,45% al pasar de 13.981 a 25.468. Entre las causas principales, según este informe están: las separaciones por mutuo acuerdo; seguido por el abandono voluntario e injustificado, y en tercer lugar están las actitudes hostiles.
"Debería ser considerada por las parejas como la última alternativa; en la mayoría de casos los problemas pueden parecer graves para quienes viven la situación, no obstante, vistos desde un plano objetivo, podrían resolverse con una adecuada intervención profesional"; así lo indica Jéssica Rodríguez Gómez, Psicóloga clínica y terapeuta familiar del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
Rodríguez señala que la convivencia en pareja no es sencilla porque cada persona tiene sus gustos, costumbres y formas de pensar establecidas; “tener una buena comunicación y una adecuada etapa de conocimiento del otro, son factores claves para lograr una convivencia armónica, donde predomine un clima de respeto y amor”, agrega.
Si después de haber intentado salvar la relación, el divorcio es una situación inminente, Rodríguez nos comparte las siguientes pautas para manejar y/o superar las secuelas emocionales que puede producir el divorcio:
Busque ayuda profesional; La terapias de pareja no solo ayudan a la reconciliación familiar; sino también para que la relación finalice de forma armónica, en especial si existen niños de por medio.
Perdone; no por el bien de la otra persona sino por usted mismo, el odio y el resentimiento no son buenos.
No inicie de inmediato una nueva relación sentimental; espere unos seis o siete meses como mínimo, no tanto por el daño emocional y psicológico que se hace uno mismo, sino también por el daño que le hace a la otra persona.
Si tienen niños, no le imponga una nueva pareja; debe darles un tiempo prudencial, aclárele todos los miedos y dudas para que ellos también se recuperen de la separación.
Las secuelas psicológicas de un divorcio en los niños se manifiestan a través de la conducta. Entre los signos más visibles son actitudes de oposición, irritabilidad, agresividad, conductas impulsivas, inquietud motora dentro de la escuela o en casa, el niño se vuelve muy exigente sin embargo, también hay conductas más pasivas por ejemplo el aislamiento social, se retraen, duermen mucho, hay pérdida de apetito, sueño irregular, y un deficiente rendimiento escolar.
Los padres deben estar pendientes de lo que hacen los hijos, conocer sus amistades, hacer dinámicas familiares, es decir, darle a entender al hijo que el concepto de familia no se ha perdido, y que el divorcio no significa la pérdida de uno de sus padres.